¿Te parece que no sirves para nada?
Lo poco es mucho cuando Dios interviene.
En realidad, a Dios no le hace falta nada para empezar. Él creó el mundo de la
nada (Hebreos 11:3). Quedó bastante bien, ¿no es cierto? Lo colgó en el vacío
(Job 26:7); y no se cae, ¿verdad? Él puede crear algo de la nada —hasta de ti—
si se lo permites.
A Dios no le interesa mucho la grandeza
tal como el mundo la concibe. De hecho, se especializa en valerse de personas
que tienen pocas probabilidades de hacer algo destacado. Sin embargo, por Su
milagroso poder y Su gracia se convierten en luminarias para otros. Dios solo
hace grandes a personas sencillas, con lo que demuestra Su grandeza (1
Corintios 1:26-29).
Atrévete a confiar en Él a pesar de ser
como eres, y reconócele todo el mérito cuando haga en ti un milagro, lo que tú
no podías hacer. Si eres capaz de creer en Él, todo es posible, ya que Él lo
crea todo a partir de la nada. No somos nada ni podemos hacer nada bueno por
nosotros mismos (Gálatas 6:3; Juan 15:5).
Podría decirse que Dios es la
circunferencia que rodea la nada y la convierte en algo. Con Él a tu alrededor,
hasta tu nada puede ser algo. Es más, ¡puedes llegar a ser casi todo lo que
te propongas!
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