lunes, 22 de diciembre de 2014

El bebe que cambio al mundo

Tanto amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Juan 3:16 (NVI)
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El relato de los Evangelios nos recuerda una vez más que no fueron los  hombres quienes decidieron que el Hijo de Dios naciera en un establo. Por eso, la primera lección que podemos sacar del nacimiento de Cristo es que al Señor no siempre lo hallamos donde nos imaginamos que está.
James Colaianni (n. 1922)
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Recordemos que el corazón navideño es un corazón dadivoso, un corazón abierto de par en par que pone primero a los demás. El nacimiento del niño Jesús en Belén es el suceso más importante de la Historia. Significó que sobre un mundo enfermo se vertiese el bálsamo sanador del amor, el cual durante 2.000 años ha transformado a todo tipo de personas.
George Matthew Adams (1878–1962)
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Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en Su Hijo.
1 Juan 5:11 (NVI)
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Yo tenía
tanta rosa de alegría,
tanto lirio de pasión,
que entre mano y corazón
el Niño no me cabía…
Dejé la rosa primero.
Con una mano vacía
—noche clara y alba fría—
me eché a andar por el sendero.
Dejé los lirios después.
Libre de mentiras bellas,
me eché a andar tras las estrellas
con sangre y nieve en los pies.
Y sin aquella alegría,
pero con otra ilusión,
llena la mano y vacía,
cómo Jesús me cabía
—¡y cómo me sonreía!—
entre mano y corazón.
José María Pemán (1897–1981)
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Buscamos la gloria de la vida de Jesús en Sus años de adulto, cuando  hizo grandes milagros y reveló Su poder divino, cuando pronunció las magníficas palabras que han tenido una influencia benéfica en el mundo, cuando fue por doquier haciendo el bien, manifestando el amor de Dios en el curso de Su vida cotidiana y en Su cruz. […]
Sin embargo, en ninguna etapa de la vida de Jesucristo hay mayor gloria que en Su nacimiento. Nada denotó mayor amor por el mundo que el que se dignara a nacer en él. Deberíamos decir que el corazón del Evangelio fue la cruz, pero el primer acto de redención fue la encarnación, cuando el Hijo de Dios se despojó de Sus atributos divinos y asumió la vida humana con toda la fragilidad e indefensión de la niñez. Por la revelación de amor y gracia que entrañó, la cuna de Jesús es tan maravillosa como Su cruz.
J. R. Miller (1840–1912) 

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