lunes, 8 de diciembre de 2014

La asamblea de las herramientas

LA ASAMBLEA DE LAS HERRAMIENTAS

Cuentan que las herramientas un buen día, se reunieron en asamblea
plenaria, con la finalidad de arreglar sus diferencias, marcadas por un
descontento general y constantes roces entre ellas.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que
tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se
pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que
el cepillo fuera expulsado también, debido a que siempre hacía su
trabajo en la superficie, y no tenía profundidad alguna. Al cepillo no
le quedó otra que reconocer su aparente debilidad, pero a la vez pidió
la expulsión del tornillo, aduciendo que había que darle muchas vueltas
para que sirviera para algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también.
No obstante, en su breve discurso exigió la expulsión del papel de lija.
Hizo ver que era muy áspero en su trato y siempre tenía fricciones con
los demás. Y el papel de lija aceptó, con la condición de que fuera
expulsado el metro, que siempre se pasaba midiendo a los demás, con su
medida como si éste fuera perfecto.

La acalorada discusión fue repentinamente interrumpida por la llegada
del carpintero, quien se puso el delantal y dio inicio a sus labores.
Utilizó el martillo, el cepillo, el papel de lija, el metro, el tornillo
y el serrucho. Finalmente de la madera trabajada, salió un lindo mueble.

Cuando las herramientas quedaron solas, se reanudó la deliberación,
tomando la palabra el serrucho, que hasta entonces aún no había tenido
la oportunidad de pronunciarse:
«Señores, ha quedado demostrado que tenemos muchos defectos, pero el
carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace
valiosos e importantes. Así que no pensemos en nuestras debilidades sino
concentrémonos en nuestras fortalezas y aspectos positivos.»
Los concurrentes, reconociendo la sabiduría de lo expuesto, acordaron
entonces poner más énfasis en los puntos fuertes de cada uno. Por
unanimidad la asamblea concluyó que el martillo era fuerte, contundente
y el cepillo suave y eficaz. Se dieron cuenta que el tornillo tenía la
habilidad de unir y dar fuerza, y el papel de lija era especial para
afinar y limar asperezas. También observaron que el metro era preciso y
exacto, cualidades indispensables para un trabajo bien hecho.
Se sintieron entonces un equipo orgulloso capaz de servir y producir
gran variedad de artículos y muebles útiles de excelente calidad.

Ocurre lo mismo con nosotros. Mira a tu alrededor y lo comprobarás.
Cuando en un hogar, empresa, institución u organización sus miembros
gastan su tiempo y esfuerzo en buscar los defectos de los demás, la
situación se vuelve tensa, negativa y rumbo al caos y la posible
desaparición. En cambio, cuando los propósitos son enfocados
positivamente buscando propiciar los mejores valores individuales y de
grupo, estamos ante las puertas de los mejores y más satisfactorios
logros humanos.
Lo más trascendente de esta historia es que nuestro aporte a la sociedad
y las diferentes entes que la conforman, siempre será en relación con
nuestras cualidades, propiciando logros colectivos a pesar de nuestros
defectos individuales.

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