viernes, 29 de mayo de 2015

Los pequeños malos detalles

Los pequeños malos detalles cuando se hacen frecuentes se vuelven muy peligrosos, pues por ser pequeños pasan inadvertidos por nuestro puesto de control, ya que cruzan de a uno por uno, mas cuando se juntan se convierten en un problema gigantesco.
Tal vez no le prestes atención a una hormiga que anda merodeando por un poco de miel que regaste sobre la mesa, pero si no te deshaces de esa hormiga y limpias las pequeñas gotas del dulce antes de irte, cuando regreses ya no vas a encontrar una hormiga, sino un enorme ejército que ha hecho camino desde la pared hasta tu mesa de comedor.
Y así también acontece con esos minúsculos y odiosos detalles de nuestra parte cuando no se corrigen y se hacen repetitivos. Después de un tiempo dichas pequeñeces se convierten en enormes e inaguantables conductas que la gente no está dispuesta a soportar y que a nosotros nos cuesta superar, por cuanto se nos han vuelto hábitos.
Ese es el caso del amigo que se la pasa pidiendo favores y le gasta la paciencia a sus compañeros sin considerar que una cosa es la amabilidad y otra la obligación. O el del marido que confunde la amorosa atención de su esposa con el trabajo forzado de una esclava.
O el del hijo que no aprecia la confianza que depositan en él sus padres y se imagina que el permiso para salir socialmente es un derecho que por fin se le reconoce. O el de la mujer que no valora los esfuerzos de su esposo para darle gusto y cree que a los hombres hay que exprimirlos para que saquen el dinero escondido. O el del vecino que barre la basura hacia la casa del lado y estaciona su auto tapándole la salida de la cochera a los otros y creyendo que la tolerancia es una autorización para ser abusivo.
Todos estos ejemplos y muchos más contienen esos pequeños detallitos que cuando se hacen constantes y se juntan provocan desastres. Sí, una pequeñez, una sola, se puede pasar por alto, pero cuando esas pequeñeces se repiten una y otra vez, y otra vez, terminan por minar la paciencia y provocan que en algún momento el globo no soporte más la presión y explote.
Las zorras pequeñas son las que echan a perder las grandes viñas, los lindos matrimonios, las viejas amistades, los buenos negocios y también la vida espiritual del cristiano que de a poco va descuidando su vida devocional y se consuela pensando que al fin y al cabo falló sólo un día, un día, uno sólo y nada más. ¡Qué peligro! Sí, resulta muy, muy peligroso, no prestarle atención a esas pequeñeces.
 

jueves, 28 de mayo de 2015

¡Una promesa para ti!

"¡No quitará el bien a los que andan en integridad!" (Salmo 84:11)

     ¿Qué desea tu corazón? ¡Si te deleitas en el Señor y en Su servicio, Él ha prometido que te concederá las peticiones de tu corazón! (Sal.37:4)
     Nada es demasiado para los hijos obedientes de Dios. Si le complacemos, no sólo recibimos todo lo que necesitamos, sino, generalmente, también lo que deseamos, y aún más de lo que necesitamos, "¡mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos!" (Efe.3:20)
     El Señor está dispuesto a hacer cualquier cosa por nosotros y a darnos todo lo que nos resulte beneficioso. ¡Pero Él no siempre nos lo da todo, porque no siempre es bueno para nosotros! ¡Ya lo intentó antes con los hijos de Israel! ¡En varias ocasiones les concedió los deseos de su corazón, cuando no era bueno para ellos, pero envió pobreza a sus almas! (Sal.106:15)
     Señor, Tú dijiste que si pasábamos la prueba, poniéndote a Ti en primer lugar y deleitándonos en Ti y en los Tuyos ante todo, entonces Tú nos confiarías otras cosas, todo lo que necesitáramos e incluso deseáramos, ¡porque ya no se interpondrían entre Tú y nosotros! ¡Cuando algo nos sea provechoso, dánoslo, Señor, y si algo no nos haría bien, por favor, aléjalo de nosotros! En el nombre de Jesús. ¡Amén!

miércoles, 27 de mayo de 2015

El amor de amores

EL AMOR DE AMORES
Ravi Zacharias
Si enumeráramos todo aquello por lo que sentimos hambre, nos sorprenderíamos de la cantidad de cosas por las que sentimos un hambre legítima. Hambre por la verdad, por el amor, por los conocimientos; hambre por tener sentido de pertenencia, por poder expresarnos, por la justicia; el hambre de la imaginación, de la mente, de ser importantes. Y hay otras. Son muchísimas las teorías sicológicas que han surgido para identificar dichos tipos de hambres o necesidades.

Algunas de nuestras búsquedas individuales podrían coincidir con algunas de estas hambres. La educación puede aportarnos conocimientos. El romance puede infundirnos sentido de pertenencia. Los logros pueden hacernos sentir importantes. Las riquezas ponen algunas cosas a nuestro alcance.

El mensaje de Jesús nos indica que no existe cosa alguna que pueda satisfacer todas estas formas de hambre. Y no solo eso, además nadie nos puede indicar si la forma como las satisfacemos es legítima o no hasta que comamos del pan de vida que Jesús nos ofrece.

El Pan de Vida es para el alma lo que el oxígeno es para el cuerpo. Sin dicho pan somos incapaces de percibir a cabalidad las demás formas de hambre. Es más, la falta de ese pan durante períodos prolongados hace que el propio pan parezca despreciable. El propósito de la vida es satisfacer aquella necesidad que explica todas las demás formas de satisfacción y aquel amor que explica todos los demás amores.  
 

martes, 26 de mayo de 2015

Dos viejitos

DOS VIEJITOS

Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto
semiprivado del hospital. A uno de ellos se le permitía sentarse durante
una  hora en la tarde, para drenar el líquido de sus pulmones. Su cama
estaba al lado de la única ventana de la habitación. El otro tenía que
permanecer acostado de espalda todo el tiempo. Conversaban
incesantemente todo el día y todos los  días hablaban de sus esposas y
familias, sus hogares, empleos, experiencias durante sus servicios
militares y sitios visitados durante sus vacaciones. Todas las tardes
cuando el compañero ubicado al lado de la ventana se sentaba, se pasaba
el tiempo relatándole a su compañero de cuarto lo que veía por la ventana.
Con el tiempo, el compañero acostado de espalda que no podía asomarse
por la ventana, se desvivía por esos períodos de una hora durante el
cual se deleitaba con los relatos de las actividades y colores del mundo
exterior. La ventana daba a un parque con un bello lago. Los  patos y
cisnes se deslizaban por el agua, mientras los niños jugaban con sus
botecitos a la orilla del lago. Los enamorados se paseaban tomados de la
mano entre las flores multicolores en un paisaje con árboles majestuosos
y en la distancia, una bella vista de la ciudad.
A medida que el señor cerca de la ventana describía todo esto con
detalles exquisitos, su compañero cerraba los ojos e imaginaba un cuadro
pintoresco. Una tarde le describió un desfile que pasaba por el
hospital y aunque él no pudo escuchar la banda, lo pudo ver a través del
ojo de la mente mientras su compañero se lo describía.
Pasaron los días y las semanas y una mañana, la enfermera al entrar para
el aseo matutino, se encontró con el cuerpo sin vida del señor cerca de
la ventana, quien había expirado tranquilamente durante su sueño. Con
mucha tristeza avisó para que trasladaran el cuerpo.
Al día siguiente el otro señor pidió que lo trasladaran cerca de la
ventana. A la enfermera le agradó hacer el cambio y luego de asegurarse
de que estaba cómodo, lo dejó solo.
El señor con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo para poder
mirar al mundo exterior por primera vez. Finalmente tendría la alegría
de verlo por sí mismo. Se esforzó para asomarse por la ventana y lo que
vio fue la pared del edificio de al lado. Confundido y entristecido, le
preguntó a la enfermera qué sería lo que animó a su difunto compañero a
describir tantas cosas maravillosas fuera de la ventana. La enfermera le
respondió que el señor era ciego y no podía ni ver la pared de enfrente.
Ella le dijo: «Quizás solamente deseaba animarlo a usted».

lunes, 25 de mayo de 2015

Autodestrucción

AUTODESTRUCCIÓN
 Henry Bosch
 
Una serpiente de cascabel, al sentirse acorralada, se pone a veces tan frenética que sin querer se clava a sí misma sus mortales colmillos. De la misma manera, quien alberga resentimiento y odio, las más de las veces se emponzoña a sí mismo con el veneno de su malevolencia. Puede estar convencido de que con su despliegue de cólera hiere a sus enemigos, cuando en realidad se hace un profundo daño interior. No se gana nada cediendo a oscuras pasiones como el rencor y la ira. Es preciso que aprendamos a perdonar los agravios y le pidamos a Dios que nos llene de amor el corazón. Solo así evitaremos que el resentimiento y la ira nos lastimen.

viernes, 22 de mayo de 2015

Supera tus puntos débiles

¡Con determinación y la ayuda del Señor puedes superar tus puntos débiles!

    Uno nace con ciertos rasgos positivos y ciertos rasgos negativos. Tu medio ambiente también influye en la formación de tu personalidad. Pero de ti depende mucho que acentúes tus rasgos positivos y trates de superar los negativos.
    Dios le da dos lados a cada persona, y lo que hagas con tus condiciones depende en gran medida de ti. Puedes ser fuerte y bueno, o débil y malo. El Señor deja en tus manos esa decisión y la capacidad de escoger tu rumbo: si quieres nadar cuesta arriba aunque sea más difícil, o si prefieres dejarte arrastrar por la corriente. Eres tú quien lo decide, ¡pero si tomas la decisión correcta y de verdad quieres ser fuerte, bueno y vivir de acuerdo con Dios, el Señor puede intervenir y ayudarte a que lo logres! ¡Juntos podrán vencer el medio que te rodea, tus rasgos hereditarios y ese lado débil y malo de tu naturaleza, si de veras te lo propones y tienes la fe, la iniciativa y la determinación necesarias! (Fil.4:13)
    ¡Él puede vencerlo todo y convertirte en una nueva criatura en Cristo Jesús para la cual las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas! (2Cor.5:17)

jueves, 21 de mayo de 2015

Recuperar el equilibrio

RECUPERAR EL EQUILIBRIO
Valorie Burton
Entiendo que todo esto puede parecer muy básico. Sin embargo, deberíamos estar más agradecidos por los aspectos que consideramos más básicos de nuestra vida, por las cosas a las que a menudo no damos mayor importancia. Si tuviéramos que vivir sin todo lo básico —personas, lugares o lo que hace falta para nuestro bienestar— quedaríamos desechos. Cuando  llegas a entender lo que es más importante para ti, y luego haces que sea una prioridad cumplir con esos aspectos de tu vida y ocuparte de ellos, entonces encuentras tu centro. Tu centro es ese lugar que descubres cuando tu vida es sana y equilibrada. Para hallarlo, es necesario hacer un examen de conciencia, y hace falta práctica para mantenerlo. Una vez que encuentras ese lugar tranquilo y alegre que se llama tu centro, al alejarte siempre te parecerá que has perdido el equilibro.

Apreciar a diario lo que se tiene es una forma de permanecer centrado. ¿Por qué es importante hacerlo todos los días? Porque sería muy fácil tener la costumbre de darlo todo por hecho y sentir lástima de ti mismo cuando las cosas no van como habías esperado. Al enumerar tus bendiciones, recuerda la riqueza que posees: espiritualmente, en tu familia, amistades, salud, carrera, educación, personalidad y todo lo demás.
De mañana agradece todo lo que tienes. Es una manera de empezar el día que levanta el ánimo.

Al fin y al cabo, un nuevo día es una bendición más que deberíamos agradecer. Intenta hacer este ejercicio: No prestes atención a todos los ruidos que te rodean y ve a un lugar donde puedes estar tan solo como sea posible. Cierra los ojos. Respira profunda y lentamente. Ahora piensa en todo lo que tienes para agradecer. Permanece en ese estado silencioso por lo menos cinco minutos. Cuando termines, escribe todo lo que te pasó por la mente.
Es una lista bastante larga, ¿verdad?

miércoles, 20 de mayo de 2015

PERLAS SOBRE LA ORACIÓN

PERLAS SOBRE LA ORACIÓN


María F.

Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca.  Isaías 55:6
Parte importante de la oración es escuchar al Señor, no solo hablarle. Por eso la Palabra es parte integral de la oración y es tan importante; y por eso la leemos y la invocamos cuando oramos juntos. No queremos ser nosotros los que lo digamos todo, porque limitarse a oírse hablar a uno mismo llega a aburrir, y puede que no sea muy efectivo. Parte de la oración consiste en dejar que Dios nos hable, además de dirigirnos nosotros a Él. Al fin y al cabo, en un diálogo hay que hablar y escuchar, ¿no?
Por eso es tan bueno tener la Biblia a la  mano, para poder leerla y dejar que el Señor nos hable por medio de ella y nos dé respuestas de la Palabra mientras oramos. Esa es una de las maravillas de la oración; no siempre es preciso esperar muchísimo rato para recibir la respuesta. Eso es lo emocionante de orar: recibir la respuesta. Y cuando se tiene la Palabra delante, el Señor se vale de ella para respondernos a medida que la leemos e invocamos.
Dios ya está respondiendo, antes que clamemos o mientras llamamos. En muchos casos, nos da la respuesta enseguida. Ya nos ha dado las respuestas, si las reclamamos por fe. Si acudimos a Él con apremio en busca de Su solución, la podemos encontrar aquí mismo, en la Palabra.
Cuando se le pregunta algo al Señor, puede obtenerse la respuesta inmediatamente. ¡Solo hay que reclamarla por fe!

martes, 19 de mayo de 2015

Jesús vino e este mundo para aprender

Jesús tuvo que venir para aprender de las experiencias de esta vida, ¡y en nuestro caso es igual!

     "Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia." (Heb.5:8) ¿Por qué tuvo que aprender? ¿Acaso no era Dios? ¿Acaso no lo sabía todo?
     ¡Por encima de todo, Su Padre celestial quería enseñarle a amar a la humanidad, a amar a la gente; a amarlos tanto como para estar dispuesto a morir por ellos! ¡Eso fue lo que aprendió Jesús cuando estuvo aquí: a ver su sufrimiento, a compadecerse de ellos, a querer sanar a los enfermos y salvar sus almas! ¡Aprendió a amarnos tanto que estuvo dispuesto a morir por nosotros, para salvar no solamente nuestros cuerpos, sino también nuestros espíritus inmortales, nuestras almas!
     ¿Y para qué tuvo que aprender esas cosas? ¿Para olvidarlas y dejarlas atrás sin más, al marcharse de este mundo? ¡No! ¡Para llevarlas consigo, para conservar todos aquellos conocimientos, toda esa experiencia, y tener así mayor compasión y amor por nosotros y poder ayudarnos más, aquí y en el más allá! (Ver Heb.4:15,16)
     Si hasta Jesús aprendió a obedecer al Padre mediante lo que sufrió aquí en la tierra, ¿cuánto más tendremos que aprender nosotros?

lunes, 18 de mayo de 2015

La fórmula secreta

La fórmula secreta

Se cuenta que Sundar Singh viajaba con un acompañante tibetano en un día
sumamente frío. Nevaba copiosamente y a los dos hombres les resultaba
muy difícil avanzar, por estar casi congelados. Sentían que no lograrían
sobrevivir a aquella terrible experiencia. Llegaron al borde de un
abrupto precipicio, y vieron allí a un hombre que había resbalado junto
al borde y yacía tendido, moribundo, sobre una saliente de roca que
había más abajo. Sundar dijo que deberían transportar al pobre hombre a
un lugar seguro. El tibetano se negó a colaborar, diciendo que lo único
que podrían hacer sería tratar de salvarse ellos mismos, y continuó la
marcha, dejando atrás a Sundar.
Luego de muchas dificultades el monje logró hacer subir al moribundo
hasta la ladera de la montaña. Lo cargó sobre sus hombros e inició la
durísima marcha con su pesada carga a cuestas. Poco después se topó con
el cadáver de su acompañante tibetano. Había muerto congelado.
Sundar siguió adelante, indesmayable, y poco a poco el hombre
agonizante, al entrar en calor por la fricción de su propio cuerpo con
el de su salvador, empezó a revivir. También el monje fue entrando en
calor a raíz de los esfuerzos que realizaba. Por fin llegaron a una
aldea y se pusieron a salvo. Con el corazón lleno de regocijo, Sundar
recordó entonces las palabras de Jesús:
«Todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su
vida por causa de Mí, éste la salvará». (Luc. 9:24)

viernes, 15 de mayo de 2015

¡Si la petición de tu corazón es agradar al Señor, Él te dejará hacer lo que te agrade!

     Tus deseos personales son un buen indicador de lo que quiere hacer el Señor, porque Él ha prometido: "Deléitate asimismo en el Señor y Él te concederá las peticiones de tu corazón." (Sal.37:4)
     ¡Tu deseo personal tiene mucho que ver con la voluntad de Dios, porque Él nos da lo que queremos y aquello para lo que tenemos fe! Cuando algo es voluntad de Dios y estás sometido al Señor, sientes cierta convicción interior: ¡el testimonio del Espíritu! ¡En tu corazón sientes fe y el convencimiento de que eso es lo que Dios quiere para ti! ¡A cada persona Dios da el deseo de realizar cierta tarea o de acudir a determinado campo de misión, y junto con él la fe de llevar a cabo ese ministerio o de difundir el Evangelio entre esa gente!
     El Señor puede hacer que desees y te agrade la tarea que quiere encomendarte. ¡Si amas al Señor con todo tu corazón, tus deseos personales serán generalmente acertados, pues lo único que querrás será agradarle! De modo que deléitate más que nada en el Señor y busca hacer Su voluntad. ¡Si lo haces, Él se deleitará también en concederte los deseos de tu corazón, pues Él es quien te los inspira cuando lo complaces!

jueves, 14 de mayo de 2015

DIOS SABE LO QUE HACE

De algo podemos estar seguros: Dios sabe lo que hace. De modo que cuando no entendamos por qué ha permitido que nos pase algo, simplemente tenemos que envolverlo en un paquetito de fe y guardarlo hasta que algún día nos revele el porqué. A mí me pasaron cosas cuyo motivo no entendí en su momento, a excepción de que me mantuvieron humilde y a la larga llevaron a cumplirse los designios de Dios para mí.
Ahora mismo hay muchas cosas que no entendemos. A veces hasta nos da un poco de vergüenza no entender, y tratamos de explicar a los demás cosas que nosotros mismos no entendemos del todo. Nos parece que deberíamos saber las respuestas, cuando en realidad lo mejor que podemos hacer es ser francos y decir: «¡No lo sé!»
Lo único que sabemos es que Dios existe. No conocemos todos los pormenores y los porqués, pero sí sabemos que el Señor nos ama y que Él sabe lo que es mejor. Y si no entendemos algo ahora mismo, ya se nos aclarará después.

Mientras tanto, tenemos que confiar en Dios de todos modos, aunque no entendamos por qué suceden ciertas cosas. Quizás esa sea la razón por la que permite que nos pasen: para poner a prueba nuestra fe y ver si confiamos en Él pese a todo.
 

Dios abre puerta que nadie podría cerrar

¡Dios dijo que abriría puertas que nadie podría cerrar! (Ap.3:8)

     Las circunstancias y condiciones imperantes no son siempre un factor ni un elemento decisivo al buscar la voluntad de Dios, pero a veces sí son un indicio. ¡Muchas veces es así como Dios nos lleva a hacer ciertas cosas: cierra unas puertas y abre otras! Por lo tanto, es prudente preguntarse: ¿En qué dirección parece Dios moverse? ¿Dónde se abren oportunidades para servirle? ¿En qué sentido parece Dios suministrarnos las facilidades y los medios?
     Si Dios señala un camino, da los medios para llegar a destino. ¡Y cuando abre ciertas puertas, es porque señala en esa dirección! Él no abre puertas por las que no quiere que entres. Dios crea determinadas situaciones especiales que son oportunidades de oro. ¡No defraudes a Dios dejando escapar esas oportunidades que Él te da, esas puertas que Él te abre! ¡En tanto Dios te bendiga, haga que lleves fruto y que seas una bendición para los demás, sigue adelante! ¡Entra por esas puertas y aprovecha las oportunidades de oro!
     ¡Señor, guíanos y condúcenos según lo que Tú sepas que es mejor! ¡Sabemos que si seguimos Tus indicaciones y hacemos Tu voluntad, Señor, Tú abrirás las puertas, nos ayudarás y todo saldrá como Tú quieras!

martes, 12 de mayo de 2015

La buena actitud

¿Alguna vez has vivido la experiencia de ir a comprar en algún lugar donde el vendedor pareciera odiar su trabajo, odiarte a ti y odiar tener que atenderte?
¿O has ido a un restaurante donde el camarero es tan malgeniado que has preferido pedir algo sencillo y usar tu pañuelo antes que llamarlo para pedirle un salero y una servilleta?
¿O puedes recordar a esos profesores que en lugar de motivar y ayudar a sus alumnos a aprender y  superarse parecían disfrutar hasta con una risita mordaz de hacerles perder la materia?
¿O alguna vez te ha tocado un médico regañón que en lugar de mostrar interés por tu salud pareciera ser un papá neurótico que se ha enojado porque estás enfermo y te va a castigar?
Todas estas personas aunque sepan hacer su trabajo y cumplan con sus deberes están dañando sus buenas obras y dejando una pésima imagen en la gente que atienden, sencillamente porque tienen una mala actitud.
Lo mismo pasa en la vida espiritual del cristiano, podemos obedecer a Dios, pero hacerlo por los motivos incorrectos y por ende con una actitud incorrecta.
El resultado de ese mal proceder es que las buenas obras que hicimos no cuentan a nuestro favor y la situación se torna peor de lo que resultaría por no haberlas hecho.
Es por lo anterior que el apóstol Pablo expresaba en su primera carta a los corintios en el capítulo 13 que si él fuera el “Supermán” espiritual que habla en lenguas humanas y angélicas, que profetiza, que entiende todos los misterios y toda la ciencia y que por ello escribe libros maravillosos y da conferencias espectaculares, pero no tiene amor, de nada le vale.
Y que si además tuviera tanta fe que fuera capaz de mover la Cordillera de los Andes y echarla al mar delante de las cámaras de CNN y vender todas sus posesiones y enviarl el dinero a los niños pobres de África, pero no tiene amor, de nada le vale.
Y que si encima de todo ello fuere capaz de entregar su cuerpo para que lo quemaran vivo, tal y como hacía Nerón con los cristianos donde hoy está la catedral de San Pedro, pero no tiene amor, de nada le valdría.
¿Y por qué razón? Porque una mala actitud echó a perder todo su lindo trabajo.
Es que desde el simple cristiano que limpia baños, hasta el pastor que dirige un ministerio de millones de dólares y de miles de ovejas, deben ponerse la mano en el corazón y meditar en la actitud con la que están trabajando, porque si no están destilando amor en lo que hacen, deben hacer los cambios necesarios de inmediato.
 

lunes, 11 de mayo de 2015

Me salvaste la vida

«ME SALVASTE LA VIDA»

John W. Schlatter

Marcos regresaba un día del colegio cuando advirtió que el joven que iba delante de él se había tropezado y se le habían caído todos los libros que cargaba, además de dos suéteres, un bate de béisbol, un guante y una pequeña grabadora. Marcos se arrodilló y ayudó al muchacho a recoger todas sus cosas, que habían quedado desparramadas.
Como ambos iban en la misma dirección, lo ayudó a llevar parte de lo que cargaba. Mientras andaban, Marcos se enteró de que el otro niño se llamaba Guillermo, que le encantaban los juegos de video, el béisbol y la historia, que se las estaba viendo negras con las otras materias escolares, y que acababa de romper con su novia.
Después de acompañar a Guille hasta su casa, Marcos se fue a la suya. Siguieron encontrándose cada tanto en el colegio, almorzaron juntos un par de veces y por fin los dos se graduaron al terminar la secundaria. Terminaron en la misma preparatoria, donde tuvieron breves encuentros a lo largo de los años. Por fin llegó el tan esperado último año. Tres semanas antes de la graduación, Guillermo le preguntó a Marcos si podían conversar. Guillermo le recordó aquel día, hacía muchos años, en que se habían conocido.
—¿Alguna vez te preguntaste por qué cargaba yo tantos libros aquel día? —le preguntó—. Lo que sucedió es que acababa de vaciar y limpiar mi casillero del colegio, porque no quería dejarlo desordenado para quien fuera a ocuparlo después de mí. Había ido juntando pastillas de dormir que le quitaba poco a poco a mi mamá, y me dirigía a mi casa, decidido a suicidarme. Pero tras pasar ese tiempo conversando y riendo contigo, me di cuenta de que si me hubiese quitado la vida, me habría perdido ese y tantos otros momentos que a lo mejor vendrían. Ya lo ves, Marcos, aquel día, cuando me ayudaste a recoger los libros, hiciste mucho más que eso: me salvaste la vida. 

viernes, 8 de mayo de 2015

La muerte comienzo de la vida

Nuestros seres queridos no se marchan para siempre.

     Hasta para los cristianos, la muerte es una separación dolorosa. Lo es para los que nos quedamos, y en cierto modo es dolorosa también para los que se van, al tener que abandonarnos por un tiempo. ¡Pero gracias a Dios nuestro dolor no es como el de los que no tienen esperanza, pues nosotros sabemos que volveremos a encontrarnos pronto! ¡Tal vez tengamos que separarnos por un tiempo, alejarnos unos de otros por una temporada, pero nos apreciaremos todavía más cuando volvamos a reunirnos, cuando volvamos a vernos en ese grandioso y maravilloso reencuentro en el Cielo! ¡Que día tan dichoso habrá de ser!
     "¡La muerte nos oculta; no causa separación! Estás del otro lado, junto al Señor. Tú estás con Cristo, y Cristo conmigo, ¡y los dos seguimos en el Señor unidos!" ¡Nuestros seres queridos están con el Señor, y si no nos alejamos de Él, tampoco nos alejaremos de ellos!
     "¿Le importa a Jesús si digo adiós a quienes yo quiero más? Cuando el corazón siente desazón, ¿crees tú que le vaya a importar? Le importa, sí, yo sé que sí, Él siente mi gran dolor; si la noche es larga y dura mi carga, ¡mi angustia Él puede oír!" ¡Y hará que volvamos a encontrarnos pronto!

jueves, 7 de mayo de 2015

Detalles de amor

Creo que una de las cosas que más me motiva a permanecer lo más cerca posible de Jesús son esos gestos personalizados de cariño que tiene conmigo.
Los tiene con cada uno de nosotros. A veces nos percatamos de ellos; otras, no. A veces los notamos, pero los atribuimos a otras causas. Me imagino que eso lo entristece. Sin embargo, nos ama demasiado como para darnos por perdidos. A lo largo de toda nuestra vida insiste en expresarnos Su amor y en repetirnos las dos palabras más maravillosas que hay: «¡Te amo!»
Durante mi adolescencia, etapa en que me tocó lidiar con un sinnúmero de emociones y conocer de cerca la soledad, me hizo falta sentir ese amor de la manera más palpable que fuese posible. Un día vi la flor más divina que te puedas imaginar, un precioso pensamiento en miniatura que crecía a la vera del camino. Como mucho sería del tamaño de una de mis uñas, y el tallito, del largo de mi dedo. Lo recogí, lo llevé cuidadosamente a mi casa y lo coloqué en un vaso descartable junto a mi cama. Pasó una semana entera, y la florcita seguía en el agua como nueva, radiante y hermosa. Yo estaba muy contenta.
Entonces ocurrió algo curiosísimo, un fenómeno que yo nunca había visto ni he vuelto a ver. De aquel diminuto tallo brotaron raíces, que al poco tiempo se extendieron y se hicieron más robustas. La planté en una maceta y la vi crecer hasta que echó muchas flores. Me asombró, y al mismo tiempo me inspiró confianza en que Mi Creador —que había hecho crecer aquel diminuto pensamiento— estaba conmigo, a mi lado, moldeándome por medio de los vaivenes de la vida y salpicando mi camino con flores de alegría.
Con el paso de los días, los meses, los años y, ¿por qué no?, también los decenios he aprendido a conocerlo mejor y a amarlo más gracias a los innumerables detalles y gestos de cariño que ha tenido conmigo. Muchos de esos detalles pueden parecer totalmente insignificantes comparados con las transformaciones y los milagros que hacen falta en el mundo entero. Para mí, no obstante, han sido determinantes. Él me ha demostrado que para Él soy importante y de esa manera me ha conquistado para siempre. «Nosotros lo amamos a Él, porque Él nos amó primero»1.
 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Balas perdidas


BALAS PERDIDAS
Curtis Peter Van Gorder
Las palabras que decimos sin pensar son como balas perdidas. Aunque se hagan en son de broma, si son desconsideradas pueden tener mucho alcance y consecuencias perdurables. Un pequeño chisme puede arruinar una vida. En lugar de decir lo primero que se nos venga a la cabeza, conviene tener cuidado y pedir a Dios que nos ilumine antes de disparar un comentario.
Una palabra sin pensar provoca.
Una palabra cruel arruina vidas.
Una palabra de odio causa odio.
Una palabra brutal asesina.
Una palabra amable abre puertas.
Una palabra alegre alegra el día.
Una palabra tierna besa y sana.
Una palabra oportuna alivia.
Anónimo
7 abr.



martes, 5 de mayo de 2015

Valores a los hijos

IMPARTIR VALORES A LOS HIJOS

Connie Neuman

Cómo vives —tu orden de prioridades, cómo pasas el tiempo, cómo gastas el dinero, cómo tratas a los demás y a tus posesiones— es el  mejor indicador de lo que te importa y los valores que aprecias. Créeme, tus hijos interpretan tu vida con mucha mayor claridad que cuando oyen tus palabras. Si esas dos cosas están en armonía, es estupendo. Si no, es hora de volver a evaluar.
A medida que tratas de impartir a tus hijos valores sanos, pregúntate:
  • ¿Puedo expresar cuáles son los valores y normas de conducta de mi familia? En caso contrario, dedica algo de tiempo a hacerlo.
  • ¿Mis hijos pueden distinguir entre la verdad y las mentiras?
  • ¿He enseñado a mis hijos que hay valores absolutos en lo que respecta al bien y el mal? ¿Cómo?
  • ¿Les he enseñado a expresar su desacuerdo cortésmente cuando alguien los acusa de ser de mentalidad cerrada o chapados a la antigua porque creen en el bien y el mal?
  • ¿Les he enseñado que hay una diferencia entre quién es una persona y lo que hace?
  • ¿Les he enseñado a tratar con amor y compasión a los demás?
  • ¿Mis hijos me oyen decir mentiras a fin de guardar las apariencias o no quedar mal?
  • ¿Vivo siguiendo como modelo la honradez y la integridad?
  • ¿Trato a los demás de la manera que quiero que me traten? 

lunes, 4 de mayo de 2015

Las fuerzas que Dios nos da

LAS FUERZAS QUE DIOS NOS DA
Las pruebas y contrariedades que nos presenta la vida nos hacen tomar conciencia de nuestra propia debilidad e incapacidad, lo cual nos lleva a depender más de Jesús. Al igual que los árboles de las cumbres, que echan sus raíces profundamente en las grietas de las rocas, nos aferramos al Señor para sobrevivir. En esos parajes difíciles y desolados Él nos demuestra que, por sí solo, es capaz de sostenernos. A la larga salimos fortalecidos, toda vez que aprendemos a valernos de las fuerzas que Él nos da.
Nada acontece porque sí a los hijos de Dios.
Todo responde a un designio genial.
Cada problema, revés, castigo o dolor
es un golpe de cincel del Escultor celestial.
Por cada cima que tuve que vencer,
por cada piedra en que tropecé,
por todo el llanto y las penurias,
por todas las tormentas con su furia,
canta con gratitud mi corazón,
pues todo ello me enseñó valor.
Por todos los dolores y tristezas,
por las angustias y las asperezas,
por los días y años sin sentido,
por tantos sueños perdidos
doy gracias, porque sé
que en ello una escuela encontré.
No es aquello que no cuesta nada
lo que impulsa al hombre a la batalla.
Es más bien la cruel adversidad
la que atiza su voluntad.
Sobre pétalos de rosa se arrastran los endebles,
mientras los templados a las cumbres hacen frente.
Solamente hay dos escuelas
donde se educan los hombres:
la desgracia y la miseria.
En la dicha y la fortuna
se aprenden otras mil cosas,
pero las verdades nunca.

viernes, 1 de mayo de 2015

Palabras de ánimo

PUEDES ACUDIR A MÍ EN CUALQUIER MOMENTO
Palabras de Jesús
No eres una persona más del montón, sino que para Mí eres importante, un ser único. Conozco todos tus pensamientos. Te conozco personalmente y en estos momentos me dirijo a ti. Puedes pedirme que te hable siempre que quieras, cuando seas víctima del desánimo o de la depresión, incluso cuando quieras un poco de compañía. Me alegra sobremanera hablarte de cualquier tema, cuando sea que lo necesites.
Si me cuentas tus contrariedades, te infundiré tranquilidad y te ofreceré orientación y soluciones. Desahógate conmigo. Soy capaz de sobrellevar cualquier carga que eches sobre Mis hombros. Tomaré nota de cada una de tus preocupaciones y me encargaré de ellas con mucha ternura. Exprésame en detalle lo que te abruma para que pueda responderte explícitamente. Te daré todo lo que necesitas y más. Sobre todo, el tiempo que pasemos juntos derivará en una linda amistad entre los dos.
Puedes acudir a Mí en cualquier momento, dondequiera que estés. No te preocupe que Yo pueda estar muy atareado; no pienses que no vaya a querer prestarte atención. Siempre deseo estar contigo. Me encanta que pasemos ratos juntos. De hecho, me gustaría hacerlo con mayor frecuencia. Cuando te tomes unos momentos conmigo haré que todo vaya mejor. Si pudiéramos, ¡me quedaría a solas contigo día y noche para siempre!