viernes, 29 de mayo de 2015

Los pequeños malos detalles

Los pequeños malos detalles cuando se hacen frecuentes se vuelven muy peligrosos, pues por ser pequeños pasan inadvertidos por nuestro puesto de control, ya que cruzan de a uno por uno, mas cuando se juntan se convierten en un problema gigantesco.
Tal vez no le prestes atención a una hormiga que anda merodeando por un poco de miel que regaste sobre la mesa, pero si no te deshaces de esa hormiga y limpias las pequeñas gotas del dulce antes de irte, cuando regreses ya no vas a encontrar una hormiga, sino un enorme ejército que ha hecho camino desde la pared hasta tu mesa de comedor.
Y así también acontece con esos minúsculos y odiosos detalles de nuestra parte cuando no se corrigen y se hacen repetitivos. Después de un tiempo dichas pequeñeces se convierten en enormes e inaguantables conductas que la gente no está dispuesta a soportar y que a nosotros nos cuesta superar, por cuanto se nos han vuelto hábitos.
Ese es el caso del amigo que se la pasa pidiendo favores y le gasta la paciencia a sus compañeros sin considerar que una cosa es la amabilidad y otra la obligación. O el del marido que confunde la amorosa atención de su esposa con el trabajo forzado de una esclava.
O el del hijo que no aprecia la confianza que depositan en él sus padres y se imagina que el permiso para salir socialmente es un derecho que por fin se le reconoce. O el de la mujer que no valora los esfuerzos de su esposo para darle gusto y cree que a los hombres hay que exprimirlos para que saquen el dinero escondido. O el del vecino que barre la basura hacia la casa del lado y estaciona su auto tapándole la salida de la cochera a los otros y creyendo que la tolerancia es una autorización para ser abusivo.
Todos estos ejemplos y muchos más contienen esos pequeños detallitos que cuando se hacen constantes y se juntan provocan desastres. Sí, una pequeñez, una sola, se puede pasar por alto, pero cuando esas pequeñeces se repiten una y otra vez, y otra vez, terminan por minar la paciencia y provocan que en algún momento el globo no soporte más la presión y explote.
Las zorras pequeñas son las que echan a perder las grandes viñas, los lindos matrimonios, las viejas amistades, los buenos negocios y también la vida espiritual del cristiano que de a poco va descuidando su vida devocional y se consuela pensando que al fin y al cabo falló sólo un día, un día, uno sólo y nada más. ¡Qué peligro! Sí, resulta muy, muy peligroso, no prestarle atención a esas pequeñeces.
 

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