Nuestros seres queridos no se marchan para siempre.
Hasta para los cristianos, la muerte es una separación dolorosa. Lo es para los que nos quedamos, y en cierto modo es dolorosa también para los que se van, al tener que abandonarnos por un tiempo. ¡Pero gracias a Dios nuestro dolor no es como el de los que no tienen esperanza, pues nosotros sabemos que volveremos a encontrarnos pronto! ¡Tal vez tengamos que separarnos por un tiempo, alejarnos unos de otros por una temporada, pero nos apreciaremos todavía más cuando volvamos a reunirnos, cuando volvamos a vernos en ese grandioso y maravilloso reencuentro en el Cielo! ¡Que día tan dichoso habrá de ser!
"¡La muerte nos oculta; no causa separación! Estás del otro lado, junto al Señor. Tú estás con Cristo, y Cristo conmigo, ¡y los dos seguimos en el Señor unidos!" ¡Nuestros seres queridos están con el Señor, y si no nos alejamos de Él, tampoco nos alejaremos de ellos!
"¿Le importa a Jesús si digo adiós a quienes yo quiero más? Cuando el corazón siente desazón, ¿crees tú que le vaya a importar? Le importa, sí, yo sé que sí, Él siente mi gran dolor; si la noche es larga y dura mi carga, ¡mi angustia Él puede oír!" ¡Y hará que volvamos a encontrarnos pronto!
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