«ME SALVASTE LA VIDA»
John W. Schlatter
Marcos
regresaba un día del colegio cuando advirtió que el joven que iba delante de él
se había tropezado y se le habían caído todos los libros que cargaba, además de
dos suéteres, un bate de béisbol, un guante y una pequeña grabadora. Marcos se
arrodilló y ayudó al muchacho a recoger todas sus cosas, que habían quedado
desparramadas.
Como
ambos iban en la misma dirección, lo ayudó a llevar parte de lo que cargaba.
Mientras andaban, Marcos se enteró de que el otro niño se llamaba Guillermo,
que le encantaban los juegos de video, el béisbol y la historia, que se las
estaba viendo negras con las otras materias escolares, y que acababa de romper
con su novia.
Después
de acompañar a Guille hasta su casa, Marcos se fue a la suya. Siguieron
encontrándose cada tanto en el colegio, almorzaron juntos un par de veces y por
fin los dos se graduaron al terminar la secundaria. Terminaron en la misma
preparatoria, donde tuvieron breves encuentros a lo largo de los años. Por fin
llegó el tan esperado último año. Tres semanas antes de la graduación,
Guillermo le preguntó a Marcos si podían conversar. Guillermo le recordó aquel
día, hacía muchos años, en que se habían conocido.
—¿Alguna
vez te preguntaste por qué cargaba yo tantos libros aquel día? —le preguntó—.
Lo que sucedió es que acababa de vaciar y limpiar mi casillero del colegio,
porque no quería dejarlo desordenado para quien fuera a ocuparlo después de mí.
Había ido juntando pastillas de dormir que le quitaba poco a poco a mi mamá, y
me dirigía a mi casa, decidido a suicidarme. Pero tras pasar ese tiempo
conversando y riendo contigo, me di cuenta de que si me hubiese quitado la
vida, me habría perdido ese y tantos otros momentos que a lo mejor vendrían. Ya
lo ves, Marcos, aquel día, cuando me ayudaste a recoger los libros, hiciste
mucho más que eso: me salvaste la vida.
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