EL AMOR DE AMORES
Ravi Zacharias
Si enumeráramos todo aquello por lo que
sentimos hambre, nos sorprenderíamos de la cantidad de cosas por las que
sentimos un hambre legítima. Hambre por la verdad, por el amor, por los
conocimientos; hambre por tener sentido de pertenencia, por poder expresarnos,
por la justicia; el hambre de la imaginación, de la mente, de ser importantes.
Y hay otras. Son muchísimas las teorías sicológicas que han surgido para
identificar dichos tipos de hambres o necesidades.
Algunas de nuestras búsquedas individuales
podrían coincidir con algunas de estas hambres. La educación puede aportarnos
conocimientos. El romance puede infundirnos sentido de pertenencia. Los logros
pueden hacernos sentir importantes. Las riquezas ponen algunas cosas a nuestro
alcance.
El mensaje de Jesús nos indica que no
existe cosa alguna que pueda satisfacer todas estas formas de hambre. Y no solo
eso, además nadie nos puede indicar si la forma como las satisfacemos es
legítima o no hasta que comamos del pan de vida que Jesús nos ofrece.
El Pan de Vida es para el alma lo que el
oxígeno es para el cuerpo. Sin dicho pan somos incapaces de percibir a
cabalidad las demás formas de hambre. Es más, la falta de ese pan durante
períodos prolongados hace que el propio pan parezca despreciable. El propósito
de la vida es satisfacer aquella necesidad que explica todas las demás formas
de satisfacción y aquel amor que explica todos los demás amores.
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